La tecnología se ha convertido en una pieza clave ante cualquier siniestro. Los drones ya se utilizan en incendios forestales, industriales o de difícil acceso, y los robots evitan que los bomberos se vean afectados por explosiones o altas temperaturas. A todo ello se unen unos equipos indumentaria cada vez más resistente y una normativa de prevención más eficaz.
Los sistemas de protección (detección y extinción) son cada vez más innovadores, como pone de manifiesto Antonio Tortosa, Vicepresidente de TECNIFUEGO, la Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios. Uno de los desarrollos tecnológicos con mayor potencial son los robots contra incendios, “un sistema automático e innovador en la lucha contra el fuego y el humo”. El robot bombero ya tuvo un papel protagonista en la extinción del fuego de Nôtre Dame en 2019, visualizando las zonas a las que los bomberos no podían acceder. “Son indicados para lugares de gran peligro por el riesgo de explosión o las altas temperaturas”.
Por su parte, los drones están siendo utilizados en la lucha contra incendios forestales, industriales o de difícil acceso. “Su principal función es sobrevolar las zonas afectadas y transmitir información en tiempo real a los equipos de extinción a través, por ejemplo, de vídeos de alta resolución o mapas de calor”.
La proliferación de nuevas tecnologías también ha ampliado las posibilidades de los Sistemas de Detección y Alarma de Incendios (SDAI) a través de conexiones remotas. El Centro Receptor de Alarmas de Incendio (CRI) vigila el SDAI y responde de los eventos de alarma ante los servicios de emergencias/bomberos. Igualmente, la telegestión garantiza que las instalaciones puedan estar conectadas en remoto y sean testadas continuamente.
Mayor resistencia en ropa y calzado
La innovación en la lucha contra el fuego también ha llegado a la indumentaria. Montserrat Iglesias-Lucía, Directora de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral de la UAB, explica que los uniformes y la ropa “deben garantizar la seguridad de las personas que los utilizan, permitiendo que el trabajo se pueda desarrollar de la manera más segura y eficaz, en circunstancias extremas”.
Así, “han de ser materiales resistentes que impidan las rasgaduras, roturas y propagación de la llama; invulnerables a todo tipo de calor, que permitan la transferencia de las altas temperaturas y, a su vez, eviten la filtración de agua o la penetración de patógenos; que aseguren la transpirabilidad y resistan al vapor del agua; y que sean visibles frente a terceros”.
Marco normativo
Pablo Gárriz Galván, Presidente de la Asociación Española de Lucha Contra el Fuego (ASELF), asegura que el nacimiento y desarrollo del marco normativo en materia de prevención de riesgos laborales ha supuesto “un antes y un después, que ha marcado profundamente el sector de la prevención en general, y el de la seguridad y las emergencias en particular”.
En primer lugar, porque “obligó a un cambio de mentalidad, dado que nacían importantes responsabilidades legales derivadas de los cambios normativos”; en segundo lugar, “supuso una tecnificación en todos los ámbitos, que conllevaba la obligación de aplicar unos criterios de selección de los EPIs más ajustados, rigurosos y con mayores niveles de exigencia por parte de los usuarios” y, en tercer lugar, porque “los fabricantes y comercializadores de equipos de protección se han visto en la necesidad de competir con productos y soluciones que les han obligado a garantizar los estándares más altos de calidad y, en su caso, sometiéndose a procesos de certificación específicos”.
Fuente: SICUR