El fuerte aumento de la actividad económica en mares y océanos, un fenómeno conocido como “aceleración azul”, los ha convertido en un factor clave para satisfacer la creciente demanda de materias primas, e incluso para la expansión territorial de diversos países, pero también ha supuesto que las tensiones geopolíticas se incrementen a escala global. Marsh analiza en su informe ‘Political Risk Report 2022’ el riesgo geopolítico en el mar y hemos pensado que quizá podría seros de utilidad si estáis preparando o vais a preparar alguna información al hilo de la celebración del Día Mundial de los Océanos mañana día 8 de junio.
Según Luca Moneta, uno de los autores del informe, «el transporte marítimo representa en muchos casos la opción más barata y la complicación del panorama de riesgo político en el mar aumenta las presiones inflacionistas». Entre otras conclusiones en torno a este tema incluidas en el informe se destaca que «los océanos cubren más del 70% del planeta, y más del 80% de las profundidades marinas están inexploradas. Alrededor del 44% de la población mundial vive a menos de 150 kilómetros de una costa, y el 43% depende del marisco como principal fuente de proteínas».
Se resalta que «el valor de los proyectos relacionados con el agua previstos o en curso en todo el mundo supera los 185.000 millones de dólares y la mayoría de ellos se centra en aguas continentales, como los proyectos hidroeléctricos, que podrían desencadenar conflictos interestatales por las cuencas fluviales transnacionales en África o contribuir a las dificultades de la deuda soberana. El agua también puede canalizarse y ponerse al servicio de las instalaciones de fabricación y de las operaciones mineras, aumentando así el descontento social y los riesgos de frustración de contratos ya que la escasez de agua es una de las amenazas más alarmantes a escala global».
Y se añade que «gran parte de la actividad económica en los océanos se produce en las zonas económicas exclusivas (ZEE), que se extienden 200 millas náuticas (230 millas) más allá del mar territorial de una nación, dentro de las cuales una nación costera tiene jurisdicción sobre los recursos bióticos y abióticos. La exploración y cartografía de estas zonas es el primer paso para la extracción de valor económico, y la vigilancia en estas zonas a fin de ayudar a crear entornos favorables para las empresas nacionales y el comercio internacional (ver gráfico). Al ampliarse o modificarse estas jurisdicciones, las ZEE tienen el potencial de aumentar las tensiones políticas».
También se alude «al probable cambio hacia la diversificación de las cadenas de suministro hacia Australia, India o Indonesia para sustituir las importaciones procedentes de Rusia a raíz del conflicto en Ucrania, podría aumentar la tensión en zonas marítimas ya congestionadas, especialmente en la región del Indo-Pacífico. El Mar de la China Meridional y la «línea de los nueve puntos» de Pekín podría ser una de las zonas más conflictivas».
Del mismo modo se indica que «la OCDE estima que el mayor sector de la economía oceánica es la industria del petróleo y el gas “off-shore”, que genera un tercio del valor agregado de todas las actividades económicas en el océano. Alrededor del 70% de los principales yacimientos de hidrocarburos descubiertos entre 2000 y 2010 se encuentran bajo el mar. La extracción “off-shore” suele ser más costosa, pero también se ve menos afectada por las tensiones políticas de cada país. Si la transición energética hacia una economía con bajas emisiones de carbono conllevara una reducción de estas actividades, el impacto en los ingresos de los países anfitriones y las tensiones políticas subsecuentes serían importantes».
Asimismo, se indica que «la aceleración azul hacia los recursos oceánicos está alimentando las tensiones y ambiciones geopolíticas. Por ejemplo, Francia ha acumulado la mayor ZEE del mundo. La ZEE de los territorios y departamentos franceses de ultramar representa cerca del 8% del total mundial, mientras que Francia representa menos del 0.45% de la superficie terrestre del planeta. Aunque las ZEE no se consideran parte del territorio de un Estado, conceden derechos especiales sobre los recursos, como la pesca y los minerales. Desde 2018-2019 más de 7.000 soldados franceses y varios buques están desplegados en la región de forma permanente».
Y «la ruta marítima del norte (NSR, por sus siglas en inglés) es otra zona en la que las fricciones entre países podrían desencadenar conflictos y perturbar el comercio internacional. Toda la ruta se encuentra en aguas del Ártico y dentro de la ZEE de Rusia, lo que significa que la Corporación Estatal de Energía Atómica de Rusia (Rosatom) supervisa el tránsito de todos los buques. El riesgo de confiscación o expropiación sigue siendo alto en Rusia, incluidas sus aguas territoriales. Las posibles represalias contra los buques y cargamentos de los numerosos terceros países que navegan por esta ruta ártica, incluido un bloqueo total, podrían interrumpir los flujos comerciales y desviar la atención de la frágil situación medioambiental en la ruta».
Fuente: Segurosnews