La solvencia del seguro agrario español no se pone en duda, pero las graves amenazas climáticas que provocan una siniestralidad nunca vista hasta el momento han hecho saltar las alarmas y lo cierto es que las compañías que participan en Agroseguro empiezan a ver su rentabilidad ciertamente amenazada. Los expertos consultados por Aseguranza creen que es momento de tomar medidas y barajan estas 3 opciones.
Podemos respirar tranquilos y tal y como señala el presidente de Agroseguro, Ignacio Machetti, a pesar de que “el riesgo climático es abrumador” y la siniestralidad es la más alta de la historia, “la situación no es insostenible, porque el sistema español de Seguros Agrarios Combinados cuenta con el concurso de aseguradoras solventes y el respaldo del reaseguro público del Consorcio de Compensación de Seguros, pero su capacidad no es infinita. Por ello, seguimos trabajando para garantizar la estabilidad del sistema ante esta progresión ascendente de fenómenos extremos, siempre sobre la base de la técnica actuarial, pero también investigando para localizar los focos más graves y analizar posibles incoherencias del sistema”.
Rafael Sarrión, director general de Agropelayo, coincide en que “este va a ser el peor año de siniestralidad de los más de cuarenta que tiene el actual sistema de seguros agrarios” y desde su punto de vista, cree que ya es momento de tomar medidas coordinadas y de actuar de forma conjunta. “Se deben ajustar las condiciones de contratación para que se alcance el equilibrio técnico, necesario en todo seguro. Por otra, se deben orientar las explotaciones a cultivos adaptados a las nuevas condiciones climáticas para hacerlas viables y, por último, la Administración, tanto estatal como autonómica, debe dotar de recursos suficientes al sistema para que el coste del seguro a los agricultores y ganaderos sea asequible. Pero además de ello, es fundamental la protección del reaseguro del Consorcio de Compensación de Seguros, ya que sin ella el sistema colapsa”, apunta.
Primas, segmentación y revisión de coberturas
Las previsiones para 2023, según datos de Enesa, es que las indemnizaciones ronden los 1.200 millones de euros. Moviéndonos en estas cifras, no cabe menos que preguntarnos si el seguro agrario seguirá siendo rentable o si, ante el desequilibrio que se observa entre las primas y la siniestralidad es momento de tomar medidas concretas, más allá de pedir más subvenciones al Gobierno.
Para Ignacio Machetti (Agroseguro) no hay duda de que la rentabilidad tiene que estar sobre la mesa porque “las compañías que forman parte de Agroseguro son entidades aseguradoras privadas. Una cosa es que asuman que el sistema es una herramienta público-privada que tiene unos márgenes que nada tienen que ver con el resto de los ramos, y otra muy distinta que la cuenta técnica sea sistemáticamente negativa y las reservas lleguen a agotarse. Cuando las circunstancias se agravan, hay que introducir cambios, eso no es cuestionable, y todos hemos de adaptarnos. Es nuestro objetivo y nuestra batalla diaria”, explica.
Eso sí, para mantener la viabilidad del sistema “no nos planteamos subir primas –ni tampoco reducir coberturas– de manera generalizada e indiscriminada, y mucho menos de forma indefinida. Eso nos abocaría a la inviabilidad, tarde o temprano. Por supuesto, no somos autónomos en el diseño de los seguros, y claro que debemos ser rigurosos en la aplicación de la técnica actuarial para conseguir el equilibrio. Pero estoy convencido de que el camino es avanzar en la segmentación para ajustar las condiciones de manera cada vez más individualizada. Hay asegurados con buenos resultados, con siniestros puntuales, pero también focos minoritarios, ya sean asegurados o cultivos en zonas muy concretas, con reiterada y altísima siniestralidad, y unos y otros deben tener condiciones de aseguramiento diferentes, porque sus realidades también lo son. Y, por qué no decirlo, también hay alguna que otra cobertura ineficaz, que consume recursos y que debería replantearse”.
Rafael Sarrión (Agropelayo) coincide en que “la rentabilidad del seguro agrario para las entidades es muy baja. Y si tenemos en cuenta los últimos años, puedo afirmar que no existe rentabilidad. De hecho, en los últimos 6 años, 5 han tenido una siniestralidad superior a las primas cobradas, y ya es seguro que este año va a ser el peor de la historia del seguro agrario”. “Las entidades tenemos que dotar reservas para hacer frente a los años malos, pero el problema es que llevamos muchos años malos, y las reservas se agotan. Por eso hay que acometer medidas que hagan sostenible el sistema”.
En este sentido, considera que los condicionados “se deben adaptar, pero yo diría que incluso los ámbitos de aplicación del seguro, ya que se deben excluir del aseguramiento las zonas donde ciertos cultivos o riesgos no tienen viabilidad, y se mantienen por el seguro”. “Como cualquier otro ramo del seguro el equilibrio técnico es fundamental, y en algunos casos habrá que hacer ajuste de tarifas, pero también hay que tener en cuenta que el agricultor o ganadero no puede asumir grandes subidas, por lo que la Administración, tanto estatal como autonómica, debe contribuir al pago de la prima, ya que el seguro está concebido como un instrumento de política agraria”, añade.
Para David Pereiro (Caser) no es solo cuestión de revisar condiciones o subir primas. Piensa que, dadas las peculiaridades del ramo, “debemos encontrar un equilibrio entre las modificaciones en condicionados, ajustando los rendimientos asegurables, franquicias y diferentes coberturas para poder adaptar de una forma sostenible en el tiempo las diferentes tasas y así mantener la confianza en el sistema de contratación
Las corredurías, muy cercanas al cliente, lamentan que la situación es la que es y que “a la vista está que no hay otra solución” que subir primas, señalan desde Senda. “Comparando el plan actual con planes anteriores, podemos comprobar la subida de primas, a nuestro entender necesarias, para conseguir el equilibrio que necesita el sistema para seguir adelante. Sin el sistema de seguros agrarios se estaría dando una imagen de abandono al sector, ya que no tienen otras armas para combatir los daños climáticos”, apunta Adrián Fuertes. La opinión de Ucoga es similar. “Evidentemente habrá que adaptar las primas y las condiciones a la situación actual, pero nunca se debe perder el foco en su verdadera función, que es dar cobertura precisamente a lo que está pasando, deberá ser viable para todas las partes”, mientras que desde Coasur, Ismael Aguilar se muestra algo más prudente en su diagnóstico, aunque igualmente piensa que los ajustes van a ser necesarios. “El sistema tiene sus propios mecanismos para amortiguar estar pérdidas. En este sentido, el sistema de seguros agrarios español tiene un fuerte reaseguro a través del CCS y éste, a su vez, su reaseguro internacional. Ya llevamos varios años con récords históricos y lo está aguantando bien. Cierto es que ahora más que nunca se pone a prueba y que hay que ir ajustando cosas para que no caiga el sistema, pero siempre buscando un equilibrio entre riesgo, garantías y tasas. De lo contrario, todos perderemos”.
Este es tan solo un extracto del amplio reportaje publicado en el número de octubre de Revista Aseguranza donde los expertos del ramo analizan además si los seguros agrarios cubren correctamente las explotaciones y si se localizan cultivos infraasegurados. Repasan también las relaciones y peticiones al futuro Gobierno del país y desgranan las principales amenazas para ganaderos y agricultores. Por otro lado, recuerdan que tanto agricultura y ganadería son negocios y como tales expuestos a todo tipo de riesgos -robos, incendios, daños a maquinaria…- y aconsejan, más allá de los seguros agrarios, seguros específicos para proteger su actividad.
Fuente: Aseguranza