Informe del Foro Económico Mundial
La última edición del Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, presentado ayer, confirma que los conflictos y las tensiones geoeconómicas han desencadenado una serie de amenazas estrechamente interconectadas. Entre ellas están los problemas de suministro energético y de alimentos, que probablemente persistirán durante los próximos dos años, así como el elevado aumento del coste de la vida y el creciente sobreendeudamiento.
El riesgo de recesión o las sociedades polarizadas como consecuencia de la desinformación son otros riesgos interconectados que predominarán durante los próximos dos años.
El plazo para actuar se está agotando
El informe, elaborado en colaboración con Marsh McLennan y Zurich Insurance Group, incide al mismo tiempo en que estas circunstancias podrían socavar los esfuerzos para hacer frente a los riesgos a largo plazo, especialmente aquellos relacionados con el cambio climático, la biodiversidad y la inversión en capital humano. Es más, los responsables del estudio consideran que el plazo para actuar frente a las amenazas más críticas a largo plazo se está agotando rápidamente y que es necesaria una acción coordinada y colectiva antes de que los riesgos alcancen un punto de inflexión.
En este sentido, el informe insta a los líderes políticos para que tomen medidas de forma colectiva, equilibrando las perspectivas a corto y largo plazo. Además, se recomienda hacer esfuerzos conjuntos entre países, así como la cooperación público-privada para fortalecer la estabilidad financiera, la gobernanza tecnológica, el desarrollo económico y la inversión en investigación, ciencia, educación y salud.
“El clima y el desarrollo humano deben ser las preocupaciones principales de los líderes mundiales, incluso mientras luchan contra las crisis actuales. La cooperación es la única manera de avanzar», sentencia Saadia Zahidi, directora general del Foro Económico Mundial.
John Scott, director de Riesgos de Sostenibilidad de Zurich, afirma que: «La interacción entre los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales es una combinación peligrosa. Si no se genera un cambio significativo en la política o si no hay inversiones, esta convergencia acelerará el colapso de los ecosistemas, comprometerá el suministro de alimentos, intensificará los efectos de los desastres naturales y limitará los avances en torno a la mitigación del cambio climático. Si aceleramos las medidas, aún tendremos la oportunidad de alcanzar una trayectoria de 1,5 °C antes de que termine la década y hacer frente a las emergencias por desastres naturales. Los recientes avances en el desarrollo de tecnologías de energías renovables y vehículos eléctricos son buenas razones para ser optimistas».
Carolina Klint, líder de Gestión de Riesgos en Europa Continental de Marsh, declara que: «2023 va a estar marcado por un aumento de los riesgos relacionados con los alimentos, la energía, las materias primas y la ciberseguridad, lo que provocará nuevas perturbaciones en las cadenas de suministro mundiales y repercutirá en las decisiones de inversión. En un momento en el que los países y las organizaciones deberían estar intensificando sus esfuerzos de resiliencia, los factores económicos adversos limitarán su capacidad para hacerlo. Ante las condiciones geoeconómicas más difíciles que ha enfrentado la última generación, las empresas deberían centrarse no sólo en sortear los problemas a corto plazo, sino también en desarrollar estrategias que les permitan afrontar riesgos a más largo plazo y el cambio estructural».
Fuente: INESE