La economía mundial continúa avanzando de forma más moderada, manteniéndose en una senda de crecimiento positivo que evita una recesión global por el momento, mostrando una cierta mejora en el sistema financiero y con un mayor dinamismo en el sector servicios. Así, las previsiones apuntan a un crecimiento global más débil del que se anticipaba en el informe del trimestre previo. Por el lado de la inflación, se observa una rápida moderación de los componentes de oferta, con los precios de las materias primas (principalmente las energéticas) trasladando ciertos signos de deflación hacia los precios industriales e introduciendo una lectura del coste de los bienes más templada. Por el contrario, la bonanza del sector servicios ha propiciado que las lecturas de inflación subyacente se consoliden en una senda de decrecimiento más rígida, revertiendo con mayor fluidez hacia los salarios, en un entorno de mercados laborales tensionado, y drenando la demanda hacia ramas de actividad con una menor sensibilidad al endurecimiento monetario.
Las cadenas de suministro continuaron su senda a la normalización, aunque supeditada a riesgos tanto a la baja, dada la capa de tensiones geopolíticas sobre las que se asienta, como al alza, por el proceso de nearshoring que puede ofrecer beneficios futuros bajo la forma de mayor diversificación. Asimismo, el contexto de una demanda global en declive, así como el impulso fallido de China en su etapa de reapertura, han propiciado que las materias primas, sobre todo las energéticas como el petróleo y el gas, avancen hacia un entorno de precios más sostenible, lo que comienza a afectar de forma negativa a los países exportadores de materias primas, tanto en volúmenes como en términos de intercambio, afectando la cuenta corriente de desarrollados y emergentes.
Por otro lado, factores como unos mercados laborales tensionados, que pueden aumentar el riesgo de presiones adicionales por el lado de los salarios, así como el factor de la política fiscal y la posible retirada de gran parte de los paquetes de apoyo, entre otros, pueden llegar a afectar al crecimiento de los precios en ambos sentidos, lo que hace esperar mayor volatilidad de precios. Por todo ello, es previsible que la inflación continuará con un comportamiento a la baja, aunque a menor ritmo y con
tendencia a estabilizarse en torno a la subyacente, y a un ritmo potencialmente errático y volátil.
Por ello, se prevé que el ciclo de endurecimiento monetario continúe los próximos meses. Las revisiones de inflación a nivel global se mantienen prácticamente sin cambios frente al trimestre anterior, lo que obliga a sobre ponderar el foco en la inflación por encima de la actividad.
Fuente: Fundación MAPFRE