ANALISIS Y PERSPECTIVAS. FUNDACION REPSOL-OPEN ROOM
Open Room, con el nombre de WORLD ENERGY OUTLOOK 2022, análisis y perspectivas sobre la transición energética.
Fue toda una auténtica lección magistral del Catedrático Emérito de Estratigrafía y Geología Histórica de la Universidad de Barcelona D. Mariano Marzo Carpio.
Informe de transición energética a corto plazo para el año 2030 con objetivo de cinco millones de vehículos eléctricos y a largo en el año 2050, 0% de emisiones de CO2. Un ambicioso proyecto de muy complicado cumplimiento.
La transición energética pasa por los minerales, muy concentrada en pocos lugares. Mucho más que el petróleo.
Sigue centrándose la energía en productos del subsuelo de la tierra, como son los minerales. Se sigue con la extracción al igual que los combustibles fósiles con los minerales.
Minerales críticos Litio, cobalto, níquel, cobre, grafito, acero, aluminio, magnesio, su extracción se sigue realizando con combustibles fósiles.
La electrificación que se plantea, por ejemplo, para los vehículos ligeros no es posible para transportes de gran tonelaje, grandes barcos ni aviones (que seguirán necesitando un combustible fósil a medio plazo).
La industria que funciona con elevadas temperaturas, como la cerámica o la papelera, tampoco puede entenderse, hoy por hoy, sin combustibles fósiles.
La problemática pasa por un cuello de botella en la obtención de minerales con respecto a la demanda. Se quiere ir en un Ferrari a toda velocidad, pero por un camino sin asfaltar.
A corto plazo hay mayor cautela, por los problemas de las cadenas de suministros, el precio de la energía y el contexto marco.
El Hidrógeno es el elemento más abundante del universo, y el elemento químico más simple, se encuentra formado por un protón y un electrón ocupando el primer lugar de la tabla periódica. Sin embargo, en la tierra sólo se encuentra combinado formando moléculas más complejas como la del agua.
El hidrógeno, usado como combustible, tiene la ventaja de que libera energía sin liberar gases contaminantes. Al reaccionar con el oxígeno durante la combustión, genera vapor de agua. Para producirlo, hace falta separarlo de otros elementos, por lo cual, hay que aplicar importantes cantidades de energía. En función del proceso, el combustible resultante tiene una huella de carbono diferente y recibe también un nombre distinto.
Hidrógeno negro o marrón:
Este se produce a partir de la desgasificación del carbón, un proceso que genera grandes cantidades de dióxido de carbono. En la actualidad, es un método en desuso, salvo en China.
Hidrogeno Gris:
Se produce a partir del metano o gas natural, un proceso que también genera CO2. En la actualidad, algo más de 75 % de los de los 70 millones de toneladas de hidrógeno producidas anualmente procede del metano, según la AIE.
Hidrógeno Azul.
Si en cualquiera de los procesos anteriores aplicamos tecnología para capturar el carbono liberado, estamos hablando del Hidrogeno Azul, este proceso es caro y no rentable.
Hidrógeno Verde:
Se produce mediante el proceso de electrolisis del agua, utiliza energía renovable. De acuerdo con la AIE, en la actualidad suma menos del 1% de la producción total del hidrógeno.
Aunque no es oro todo lo que reluce. es un gas con poca densidad que es casi imposible evitar fugas. Es bastante corrosivo y muy inflamable, y para tenerlo en estado líquido hacen falta temperaturas muy bajas (alcanza su punto de ebullición a los -252,9ºC).
Hidrógeno morado: Aplicando energía nuclear a partir del petróleo para realizar la electrolisis a través de procesos biológicos, entre otros.
Una de las soluciones para la descarbonización y muy importante para el sector de la economía. Es uno de los elementos químicos más simples y como combustible libera energía sin emitir gases contaminantes. El principal desafío para que cumpla su misión es que todo su ciclo de vida necesita ser limpio. La apuesta pasa por el Hidrógeno Verde, en primer lugar, por eliminar las emisiones de los sistemas actuales de producción de hidrógeno. Pero los planes más ambiciosos, como el desarrollado por la Unión Europea, van más allá. El hidrógeno verde es visto como una forma de reemplazar los combustibles fósiles sin cambiar el sistema de transporte ni el productivo, al mismo tiempo, un vector en el que almacenar la electricidad de fuentes renovable.
La Unión Europea y Reino Unido parecen haber tomado la delantera a la hora de explorar las posibilidades del hidrógeno verde como pieza clave hacia la descarbonización de la economía. Es decir, como elemento que contribuya a eliminar las emisiones de CO” y otros gases der efecto invernadero y cumplir los compromisos de Acuerdo de París. Sin embargo, el camino no parece sencillo puesto que los demás territorios no están por la labor de no consumir combustibles fósiles.
Según (AEREN) Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos, nos explica su Vicepresidente D. Pedro Prieto, para hacerse una idea de todo el combustible fósil que habría que reemplazar, a nivel global se consumen más de 100 millones de barriles de petróleo al día. Según manifiesta la administración energética de EE.UU. eso son cerca de 4500 millones de toneladas al año, el 70% de las cuales se usan en el transporte.
El pasado 24 de marzo Bruselas y Berlín llegan a un pacto que desbloquea la ambiciosa normativa que regulará el futuro de los coches impulsados con e-combustibles.
En la Unión Europea a partir de 2035, los veintisietes países integrantes han llegado a un acuerdo para la descarbonización y el final de la producción de vehículos de combustión con materiales fósiles.
Importante, hasta el 31 de diciembre de 2034, se podrá comprar, matricular y sobretodo USAR todo vehículo con motor de gasolina, diésel e hibrido.
En este acuerdo se garantiza la matriculación de coches impulsados por e-combustibles a partir de esa fecha de 2035.
Los combustibles sintéticos son aquellos que se producen a través de procesos químicos a partir de materias primas como el gas natural, el carbón o la biomasa. Estos combustibles se denominan también “combustibles fósiles alternativos”, y su objetivo es reducir la dependencia de los combustibles fósiles tradicionales.
Los ecocombustibles o biocombustibles son combustibles producidos a partir de materias primas orgánicas como la biomasa, los residuos agrícolas y forestales, o los cultivos energéticos como la caña de azúcar, la remolacha azucarera, la soja y otros. Estos combustibles se utilizan como alternativa a los combustibles fósiles y se consideran una forma de energía renovable, ya que las materias primas utilizadas se regeneran en un plazo relativamente corto.
Los biocombustibles pueden dividirse en dos categorías: biocombustibles de primera generación y biocombustibles de segunda generación. Los biocombustibles de primera generación se producen a partir de cultivos alimentarios como el maíz, el trigo o la soja, y su producción ha sido criticada por su impacto ambiental y social. Los biocombustibles de segunda generación, por otro lado, se producen a partir de residuos agrícolas y forestales o de cultivos no alimentarios, como el álamo, y se consideran una alternativa más sostenible.
En resumen, tanto los combustibles sintéticos como los ecocombustibles o biocombustibles tienen como objetivo reducir la dependencia de los combustibles fósiles tradicionales y disminuir el impacto ambiental de la producción y el consumo de energía.
Bruselas creara una categoría especial para los vehículos impulsados por combustibles sintéticos, tal y como demandaba Alemania.
La nueva normativa reducirá un 55% la fabricación de coches de combustión de diésel, gasolina e híbridos para 2030 y un 50% la de furgonetas, antes de vetar completamente su venta cinco años después. Esta medida abre la puerta a la fabricación de nuevos motores de combustión alimentados exclusivamente con combustibles neutros en dióxido de carbono.
Los vehículos con etiqueta amarilla B tienen los días contados en las zonas de bajas emisiones (ZBE). Los coches de gasolina anteriores a 2006 y el diésel matriculados antes del 2014 podrían desaparecer a partir de 2027 de las ZBE, que ya son obligatorias por ley en todos los municipios de más de 50.000 habitantes.
La movilidad es un derecho que tienen todos los ciudadanos para moverse con su vehículo, que, en estos momentos, es el más utilizado, con independencia de sus ingresos.
Los objetivos para la descarbonización pasan por:
El reciclado
Capturación del CO2.
I+D+I
Innovación social
Innovación política: europea, Asia, EEUU. URS.
Reducciones en la compra de un vehículo, como es el IVA para autónomos y empresas.
Planes de ayuda en la compra (PLAN MOVES III) pero que sean directos y sin esperas a su concesión y abono por parte de las administraciones.
La eliminación de IRPF en la subvención.
Estos son los principales puntos a seguir en el proceso de descarbonización, aunque podemos decir que la electrificación no es la descarbonización. La descarbonización es la mejora de la aminoración total del CO2, por lo tanto, es prioritaria para la sociedad.
La electrificación es una palanca, pero no es la solución completa. Se van a tener que seguir utilizando otras energías y métodos directos, como lo es el achatarramiento de los vehículos de más de 15 años, que además de mejorar el medio ambiente mejora sensiblemente la Seguridad Vial de sus ocupantes.
Los combustibles sintéticos o ecocombustibles. El Hidrógeno, El gas natural y el Gas licuado. La gasolina y el diésel, serán el remix energético para este siglo XXI.
Fuente: Juan Carlos Calvo; asociado de APCAS y asistentes a la presentación