Los datos ofrecidos por el Ministerio para la Transición Ecológica sobre los incendios forestales declarados en España (15 de agosto) más los recogidos en prensa hasta el 31 de agosto revelan que se han producido más de 6.300 incendios en lo que va de año. De éstos, 4.071 han sido conatos, mientras que los incendios desarrollados han ascendido a 2.243. Hasta el momento, se han producido 17 grandes incendios, de más de 500 ha. En este balance provisional se contabilizan 70.000 las hectáreas destruidas por las llamas, y de ellas, 28.600 hectáreas son de bosque.
El último grave incendio, en Ávila, ha calcinado 22.000 hectáreas (según el sistema europeo Copérnicus), es el mayor del año y el más grande en Castilla y León en los últimos 40 años. Declarada zona catastrófica por el Gobierno, diversos colectivos ciudadanos han exigido en la región “el fin de los recortes y el aumento de la dotación presupuestaria en la gestión de los montes y tratamientos selvícolas, para una gestión y prevención eficaz durante todo el año”.
Desde Tecnifuego, Asociación Española de Sociedades de Protección Contra Incendios, hace años vienen advirtiendo de las consecuencias del cambio climático en la incidencia y virulencia de los incendios forestales. Y, por tanto, de la necesidad de reforzar las políticas de gestión forestal.
Especial atención merece el área de interfaz urbano forestal, donde se recomienda realizar y mantener:
- Cortafuegos perimetral exterior a la urbanización y/o municipio de al menos 25 metros de anchura, libre de residuos de matorral y de vegetación herbácea y ramas.
- Limpieza de vegetación seca en los caminos, tanto los internos como los de acceso, así como las cunetas.
- Señalizar las vías de escape y puntos de reunión, donde dirigirse en caso de incendio; adecuar zonas confinadas y protegidas.
- Instalar medidas de protección activa contra incendios dentro de la urbanización, como hidratantes con su dotación para toma de agua por los bomberos, y en zonas comunes, disponer de extintores y bocas de incendios equipadas.
Las parcelas con vivienda se deben acondicionar para que sean seguras, instalando bocas de incendio equipadas, extintores, sistemas de detección, mantas ignífugas, rociadores automáticos… En la construcción y rehabilitación se debe tener en cuenta la protección pasiva. Tanto la reacción de los materiales (que no ardan o que tarden en arder) y su resistencia al fuego, para que no colapsen y pueda realizarse la evacuación.
El jardín, igualmente, debe estar adaptado para frenar el incendio. Para ello, se deben elegir plantas resistentes al fuego con especies pirrófitas, que pueden retrasar las llamas, como son todos los tipos de aloes, algunas palmeras y plantas crasas, araucarias, alcornoques…
Aún seguimos en periodo de riesgo extremo de incendio, debido a las condiciones climatológicas -altas temperaturas y sequedad de la tierra-. Por tanto, la situación exige mantener la precaución y el cuidado en todas las áreas de actividad humana (paseos por el monte, trabajos agrícolas, industriales, maquinaria…). Y especialmente en el interfaz urbano forestal.
Fuente: Interempresas